Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México

 

Guadalupe Jiménez Codinach, La Gran Bretaña y la Independencia de México, 1808-1821, México, Fondo de Cultura Económica, 1991, 392 p., ils.

Ernesto de la Torre Villar


Mucho se ha trabajado en la historia del movimiento emancipador mexicano, el cual ha sido visto como un proceso interno, particular, aunque influido por ideas y fuerzas procedentes del exterior. Sin embargo, en esa vasta literatura, pocas obras encontramos relativas a la influencia que en él ejercieron la política exterior e interior de las grandes potencias, de aquellas que sintieron que el imperio español y, en el caso, concreto, Nueva España, resultaba una buena presa de caza, un botín del cual podían disponer, una posibilidad de ampliar su territorio o, por lo menos, aprovecharse de sus inmensos recursos naturales y humanos.

Cuando se han celebrado conmemoraciones centenarias como la independencia de las colonias anglosajonas, o la Revolución Francesa, hemos tratado de buscar nexos, influencias, testimonios que aquellos acontecimientos dejaron en nuestro desarrollo, pero no hemos emprendido ninguna investigación a fondo que muestre cómo México fue objeto de la atención de las potencias europeas o norteamericanas, que revele cómo, dentro de la política internacional, Nueva España ocupó o dio lugar a un interés relativo.

No cabe duda de que en el quebrantamiento del imperio español influyeron elementos exteriores: ingleses, franceses, norteamericanos; por tanto es necesario conocer en qué forma y medida intervinieron. El libro que reseñamos tiende a dar una respuesta a ese interés y llena un espacio vacío de la historiografía de la emancipación. La autora, con buen sentido, señala en su introducción que una pregunta, clave de toda investigación, la motivó a emprender su investigación: "¿por qué Inglaterra había estado tan conspicuamente presente en la emancipación de Venezuela, o en la de Río de la Plata y no en la de México? Si los británicos figuraron de manera tan prominente en la insurgencia de Caracas o en el comercio de Buenos Aires, resultaba difícil aceptar que carecieran de interés por la Nueva España, o que los ingleses fueran incapaces de aproximarse al más resguardado de los dominios españoles de ultramar". De esta reflexión surgió el interés de la autora por examinar, con base en un cotejo cuidadoso, las fuentes existentes y hacer un examen minucioso de la amplia documentación conservada tanto en los repositorios ingleses como en los de España, Estados Unidos y México, con el objeto de encontrar los elementos que le permitieran desentrañar las relaciones e intereses de todo tipo, existentes desde finales del siglo XVIII hasta 1821 entre Albión y Nueva España.

Con un plan bien estructurado y jerarquizado en el que destacan cuatro partes fundamentales comprensivas de los puntos más salientes de su estudio, se analizan desde los iniciales instrumentos que dieron noticia de México en Gran Bretaña, procedentes de diversos medios, entre otros, los relatos de viajeros y comerciantes, la prensa periódica, los informes diplomáticos, para pasar después a reflexionar sobre la política que siguió Inglaterra respecto a Nueva España, desde su fase inicial, que va de 1742 a 1808, para pasar a los años de 1809 a 1821, época de grandes turbulencias en la cual las finanzas y los intereses económicos juegan un papel importante. La tercera parte se centra en el estudio del comercio británico con México, y en ella se estudia cuidadosamente un caso muy relevante: la acción de la casa de Gordon y Murphy, analizada en distintos momentos de su operación. Esta parte es de gran interés, y aun cuando la autora no persigue a la familia Murphy más allá de 1824 ni establece las conexiones que tuvo con la política, la sociedad y la economía mexicanas posteriores a esos años, sí nos permite vislumbrar las ligas que se crean entre los intereses económicos de un Estado y los de los particulares, las relaciones con la oligarquía reinante y el aprovechamiento de los cambios políticos. Aquí resulta altamente ejemplar la intervención de personajes sobresalientes como los Fagoaga. La cuarta y última parte nos habla de las conspiraciones en Londres, principalmente de la que dio origen a la expedición de Francisco Javier Mina. En este capítulo se señala muy bien la participación que tuvieron grupos de particulares británicos y norteamericanos en ella, grupos que advirtieron inteligentemente los beneficios que les acarrearía invertir en la economía mexicana, aprovechar sus recursos, hacer intervenir a sus empresas que construían una economía transnacional, y también inclinar a través de sus relaciones políticas y sociales, la política británica en favor de la independencia novohispana.

La obra toda está bien tramada, la investigación fue casi exhaustiva, Jiménez Codinach revela infinidad de elementos que permitieron un acercamiento entre ambas naciones; nos desentraña multitud de conexiones, de hechos, de acciones que, al amparo de la fluctuante política inglesa, permitieron a ese país reconocer la independencia mexicana y ser el primero en entrar al goce de sus abundantes recursos. Ese hecho no resultó del todo fácil, pues la intervención de potencias interesadas también en Nueva España, como Estados Unidos y Francia, tratarían de contrarrestarlo. También se nos habla a lo largo del libro -bien escrito, muy pormenorizado y con rica base testimonial- de las ligas que se dieron entre grupos políticos de muy diverso signo, los exiliados y los refugiados de diversas guerras y revoluciones, los núcleos masónicos que llevaban también sus miras particularistas e intereses bien definidos, los círculos político-económicos con la Holland House y otros elementos más afluyen en estas épocas conflictivas y enredan en ocasiones el seguimiento de una política clara.

Con este libro la autora aporta una visión integral de cuál fue la actitud británica en relación con México desde finales del siglo XVIII hasta el establecimiento de la República. En él se examinan con mucho detalle las líneas esenciales del proceso, pero dada la multitud de temas e incidentes que se plantean se pierde un poco la perspectiva universalista que tendría que ofrecernos aquella visión, inserta dentro del desarrollo de la política internacional francesa, inglesa, norteamericana, rusa y española en aquellos vertiginosos tiempos de cambio. Esto no resta validez a esta obra seria, recia, bien planeada y realizada a través de varios años de minuciosa y reflexiva investigación, obra sui generis en la historiografía mexicana.

Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México. Álvaro Matute (editor), Ricardo Sánchez Flores (editor asociado), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, v. 15, 1992, p. 194-197.

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